Todos los días del año, haga frío, calor, llueva o nieve, tenemos a Celián pidiendo en la puerta con horario partido, de nueve a una y de cuatro a nueve, de lunes a sábado.
Rumano de procedencia y sin cumplir los treinta, se ha hecho con todo el vecindario, sobre todo con las señoras mayores, diciéndoles a voz en grito "¡mama, te quero mucho!" y a los señores, llamándoles "amigo".
No es respetuoso sobre todo cuando se nombra a la policía o le dicen que trabaje.
- No me gusta trabajar, estoy mejor aquí - espeta el muy caradura.
Y no me extraña que no quiera trabajar. El muy agudo está apostado frente una residencia de alto copete y un Mercadona, por lo que entre lo que le dan los abuelos y los viandantes y la compra que le hacen los vecinos del barrio, lo tiene todo hecho. Además, la gente le da ropa y calzado alegando que "tengo frío, mama" para posteriormente, revenderlo y sacarse buenas perras para cafés con churros que se arrea en los chinos cuando ha acabado "la jornada".
Da miedo oírlo bostezar de los decibielios que alcanza (no soy tan exagerada, que es para oírlo), es un alcahuete y un ladronzuelo canalla, pero es buen chico y como he dicho, se ha metido a todo el mundo en el bolsillo.
En fin, a ver cuándo le dura el chollo, por que salvo por estar sentado en un cartón a la intemperie, lo suyo, es un chollo.
Como es un vecino más y para que no tenga ningún problema,
le he pedido que oculte su rostro.

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