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¡Bienvenid@! Has llegado a mi blog, "La barraca del cojo", un lugar donde no vendo ni ofrezco nada, sólo expongo para quien quiera echar un vistazo, pequeños escritos, mis sentimientos y mis vivencias, siempre desde el respeto y el cariño hacia las personas que en este aparecen o a las que me pueda referir.







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domingo, 23 de octubre de 2011

Vuelvo a estar desesperada

Así como el título estoy en este mismo instante. La mañana comienza tranquilita, entre prensa, el puñetero mudo y la chica de prácticas.

Al rato, tras el desayuno de los residentes, empieza el desfile para los cambios de los menús. Al tiempo, el teléfono no para de sonar.

De estrangis, bajan dos de "las jovenas" de la residencia, con caras mustias. En el momento tocan chufa en el mostrador, sus caras se tornan divertidas. Tienen ganas de enredar y saben que conmigo lo tienen fácil. Entre otras, sueltan estas perlas: "si siempre haces lo que siempre has hecho, no llegarás lejos" -a una de ellas le ha dado por ponerse filosófica-; "quiero los huevos pasados por agua" -siempre y cuando tuvieses, o será que me he perdido algo-; "me voy a casar con un cura" -la historia tiene tela: la artífice de esta frase es una solterona de 80 años que reconoce abiertamente que no ha catado varón en su vida (¡¡ !!), que misteriosamente me cuenta, que un cura de una parroquia -de la que cuelgan el hábito más de uno según cuentan las malas lenguas-, quiere hablar a solas con ella, y probablemente sea para casarse... ¡en fin!-; haciendo el gracioso, les pregunto "¿qué fue primero, el huevo o la gallina?" -a lo que responde la Romeo que alcahueteaba desde un sillón- "¡la gallina!". Por maruja, le he contestado "¡pues miiiiér...coles para quien lo adivina!". Tengo que reconocer que con la tontería, la panchada de reir a sido buena.

Mientras tanto, mi amigo el mudo, me ronda para preguntarme si ha llamado su querido hermano, que parece una eminencia. Y venga a entrar y salir a la calle... y vuelta otra vez, hasta que ve que prefiero estar de risas que atender su impertinente pregunta diaria.

Con cara de cansada aparece Cristina, preguntándome por unos billetes de avión que tenían que haber llegado por fax... "¿eh?" -esta es mi asombrada respuesta, pues no sabía que se había avanzado tanto en estos menesteres. Pero no, no había recibido ese fax-.

En fin, mi desesperación y yo nos recogemos para casa, que estoy de abuelos y residencia hasta ahí.

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