Visto el éxito de las anteriores entregas de la saga "Desesperada" (y que, inexplicablemente, queréis más), voy a publicar la que espero, sea de las últimas partes.
A Miguel, Susana y Esther... ¡Va por ustedes!
Mal que me pese, he de reconocer que en el fondo, me lo paso de traca, aunque el género humano me saque de mis casillas, tenemos un puntito jocoso:
"¡¡Ring, ring!! ¿Siii? -contesto con retintín una vez que veo en pantalla quién llama- Oiga, ¿recepción? -no sé para qué coño pregunta si sabe de sobra dónde está llamando- ¡Hombre, cuánto tiempo sin oir su voz! -¿10 minutos?- Mire, necesito que me pongan al baño... ¡¡¡traígame a una chicaaaaa!!!" Claaaro, dejo mi puesto vacío, me echo a la espalda a una chica y se la subo para que le haga compañía mientras usted, hace "sus cositas"...
Baja una familiar y se acerca al mostrador. Veo que se alegra de verme por su amplia sonrisa, la saludo y ella sin respirar suelta: "hola Aurora, ¿cómo estás? Chica, ¡cuánto tiempo sin verte! Si es que llevo una temporada sin venir, porque mi tía está insoportable, todo el día llorando, porque claro, según ella, la hemos abandonado aquí... Ha dado un bajón... ¡Uf! Se va de cabeza. Bla, bla, bla... No somos nada". ¡Ostrás (por no mentar a la madre que la parió)! ¡Menudo monólogo me acaba de soltar!
Siguen las amables llamadas de "habitación 419" -ni un buenas tardes, hola, gracias... Vamos, lo que es la educación de toda la vida-; "te traigo ropa para marcar. No se te olvide bajarla a lavandería" -que digo yo, que si sabe cómo van las cosas, ¿por qué no la baja usted? Pregunto-; "¿tienes lo que me guardas?" -se me queda una cara de idiota de preocupar. A ver qué coño le estoy guardando...-; llama una compañera a recepción y pregunta "¿quién eres?" -si en recepción estamos un chico y una chica, y el chico no está, ¿quién soy?-...
Este fin de semana, será el último que trabaje en recepción, pero seguro que da para contaros alguna anécdota más.
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