Mira que hacía tiempo que no escribía como "la desesperada", pero oye, he ido acumulando anécdotas a lo largo de estos meses, y esto es una pequeña parte de lo que os puedo contar.
El centro de trabajo es una mina sin fin de comentarios absurdos, soeces y/o divertidos. Aquí van unos pequeños ejemplos: "para limpiar un pedo de mierda del culo..." casi que mejor, no sigo, porque la artífice de esta frase, Cecilia, se tiró un rato hablando de eces y no estoy muy por la labor de reproducir la conversación.
Mi querida Mª Pilar me vuelve loca cuando habla con quien sea, porque sin estar yo en la conversación, me está cada dos por tres "¿verdad, Aurora?"
Ahí está también Janet, que según dice "practica la psicología de zorra vieja". Sin comentarios.
Lucecita, recién incorporada al trabajo tras ser mamá de una preciosa niña, a continuación de cada frase suelta la coletilla que me hace desesperar "¿sabes a lo que refiero?" -igual de impertinente que el "¿mentiendes?" de la Esteban-.
Hay muchas que vienen al despacho con la misma canción "¿te puedo hacer una pregunta?" -serán dos, porque la primera ya la has hecho-.
Ahí que están los amigos, cada uno de su padre y de su madre. Entre ellos, están la maravillosa Sra. Castañeda, que ha puesto de moda las frases "o sea... ¡cagoendióssss!" y "¡que te cagaaaasss, tíiiiiaaa!; y Begoña, basta donde las haya, cual cuervo enganchado de las plumas del culo, grita a todas horas "¡O-Y-E-EEEE!" -siendo ella la que oye, pero no escucha-, cuando no son las frases que tanto me sacan de mis casillas, dichas con cara de pena y sabiendo la respuesta que va a recibir: "tengo un problema" -¿problema? ¡Rediós! !Un problema no es no saber qué día de la semana es hoy!- y "pero, ¿qué pasaaaaaa?" -¡la saliva por la garganta, coño!-
En fin, ahora solo queda pensar en que lleguen las vacaciones, para esnucarse en la arena blanca, torrarse al sol, y oír nuevas tonterías para mi próxima desesperada...
Circulando con precaución por favor, que me encantará veros a todos a la vuelta.
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