La saga "Desesperada" empezó, como una mera terapia ante los ataques de nervios que me daban cuando trabajaba en recepción.
Aunque sufría en silencio mi desesperación (un poco exagerado, sí) desde 2003 que me incorporé a la empresa, no fue hasta el inicio de 2006 y apoyada por mi compañero Diego, que me animé a escribir.
Conforme iba publicando capítulos de la saga, amigos míos me incitaron a que siguiese.
Desaparecidos los textos del foto-blog, hoy los recupero del baúl de los recuerdos, para deleite ajeno y propio.
¡Saludos!
DESESPERADA (Capítulo 1º)
¡Gensanta, que barbaridad! Cada loco con su tema, y yo con los de todos. Así no hay dios que trabaje, porque todos pasan "por caja", ¡sin que lo haya pedido! ¡Qué desgraciadica soy!
Si es que no puede ser: que si "no me hablan" -no me extraña-, que "me quiero ir" -tardando va-, que "¿esto cuánto cuesta?" -y qué más le da, ¡si usted no lo paga!", que "me llame un taxi" -se lo llame usted, si eso-, que si "¿tengo carta?" -sí, ¿y qué? ¿la quiere?-, que "toma, para que lo marques" -la cara le iba a marcar yo si pudiese-, que si "¿hay bingo?" -que siiiiií-, que si "¿puedo salir a la calle?" -le he dicho doscientas veces que no, coño, no lo siga intentando-...
Entretanto, suena el teléfono: "¿con la 710?" -¿la 710?- ¡Manda huevos, oye! Ni un "buenas tardes", ni un "por favor", ni ostias que te han dado.
Sí, evidentemente, me ha tocado trabajar el fin de semana y estoy muy desesperada por salir de aquiiiiií. ¡¡No aguanto más a los abuelos! ni a sus familiares!!
DESESPERADA II (Capítulo 2º)
Avisados quedásteis de que continuaría, y como no podía ser de otra manera, me ha tocado trabajar de nuevo...
¡Éramos pocos, y parió la abuela! Este fin de semana no ha sido muy distinto a los demás, pero las frases sí... ¡Tela!: "hija, hay una blusa de señora tirada en el ascensor" -a lo que yo pregunto: si Usted es mucho más bajita que yo, ¿por qué no la recoge? Coño, que tengo lumbalgia-; "me voy a comer fuera, no te olvides de pedir la medicación" -coma donde quiera, pero hágame un favor: si no se atraganta con la comida, hágalo con una pastilla-; "mis hijos son fantásticos, sobre todo el mediano... me arregla las cremalleras en medio minuto, bla, bla, bla..." -y se pega tres cuartos de hora hablando de sus hijitos, haciendo uso de una verborrea que asusta al miedo (por supuesto, yo desconecto al minuto)-; "¿celebrais la Navidad? ¿Y la Nochevieja?" -¡eeeeehhhh, pare, pare! ¡Todavía no hemos empezado noviembre!-; "vigila que no se escape mi madre, no puede salir bajo ningún concepto" -me habrá visto cara de guardia jurado, por aquello de que estoy en la puerta... Además, oye, como en recepción no se hace nada... ¡TOMA!-; "¿tienes "lo mío" ya?" -no sé exactamente a qué se refiere, pero si está pensando en las ganas que tengo de darle una somanta de palos por ser tan estúpido, sí, tengo "lo suyo" (...)-; "buenas tardes, señorita. Ya sé que es muy mala hora, pero necesito información para una tía mía..." -que seguro que vive en Cuenca, y le falta una pierna, una oreja y siete dientes, por ejemplo. Pero por los clavos de Cristo, que son las 14:40 horas. Lo que tiene que hacer es irse a comer, dejarnos comer a los demás, y venir a una hora normal ("y el que no tiene que haceeeer, con el culo mata moscas, taca, taca, taca, tá")-; llaman a la puerta de personal, que por circunstancias, está cerrada con llave: "¡piiiiiiii, piiiiiiiii! ¡Que soy el panaderoooooo! ¡Que los de cocina no me abren la puertaaaaaaa, y pone un cartel aquí que hay que entrar por recepciooooooón!" -¡por los gritoooooos, más que el panaderooooooo, parece el verdulerooooooo! ¡Y aprenda a leeeeeeerrr!-...
Y no terminaría, pero de no hacerlo, mi blog sería tan gordo, tan gordo, como el "Libro gordo de Petete".
Lo cojonudo del caso es que la FOX se permite el lujo de emitir una existosa serie copiada (eso digo yo) de la película de Almodóvar "Mujeres al borde un ataque de nervios", pero con muchísimo más glamour (faltaría más), en la que las protagonistas dicen que están desesperadas... ¡No te jode! ¡Yo también quiero estar desesperada como ellas! Coches divinos, casas divinas, trajes divinos para cuerpos divinos... ¿esto es desesperación?
En fin, que en breves me voy a comer y a seguir oyendo tonterías hasta las 19 horas.
Y mañana... ¡FIESTAAAAAAAAAAAAAA!
P.D.: ¡Hasta la siguiente entrega!
DESESPERADA III (Capítulo 3º)
No os lo creeréis, pero sí, tengo material para una tercera entrega de "Desesperada". Ahí van las últimas tonterías.
Me he dado cuenta que soy como el despertador del programa "Anda ya" de los 40 criminales, digo principales: "¿qué hora es? ¿te importaría despertarme a las 17 horas?". Simplemente, increíble. Por otro lado, soy como el teléfono de la esperanza, porque me llaman contándome sus vidas y milagros, y lo mejor del caso, es que quieren consejo -yo se lo daría, pero tengo cincuenta y tantos años menos que Usted (como poco), así que me parece que estaría un poco fuera de lugar-. "Guárdame estas bolsas" -a lo que amablemente, digo que se las guardo, pero algun@s me miran como si quisieran que les diese una ficha o algo así- ; "Aurora, he llegado a la habitación de mi madre y tiene una bombilla fundida" -podría hacer mil y un chistes, pero me voy a abstener. Lo dejo a vuestra imaginación-... En fin. A estas alturas de la película, a los residentes en cierto modo, les consiento todas esas tonterías, pero las mejores, por encima de todas las cosas, son las "compañeras":
"¿Me llamas a Fulanito y me lo pasas?" -¿has probado a marcar tú el número de teléfono? ¿Acaso no sabes? Con un poco de suerte, no te dolerán los dedos-; todos los días durante una semana, la amiga peluquera "¿ha llegado ya el "produzzto"?" -¡ja, ja, ja! Lo siento reina, te aprecio mucho, pero no sabes lo que me he partido el pecho con tu "produzzto"-; Miss Universo con cierto miedo, pregunta "¿puedo pasar a hacer fotocopias?" -con que tenga miedo, me sobra. No hago más comentarios-; y las mejores con diferencia, son todas aquellas que, necesitando hablar con dirección, en vez de llamar al despacho directamente, me llaman a mí "¿ha venido Menganita?" , "¿está con alguien Menganita?" -ainnnnsss...-.
Bueno, este fin de semana me toca trabajar, así que creo poder asegurar que habrá una cuarta parte...
A todos los desesperad@s como yo, ¡que paséis buen fin de semana!
DESESPERADA IV (Capítulo 4º)
Miguelico, te dedico las tonterías del último fin de semana de noviembre...
Ahí voy.
Como el sábado ha sido como para cortarse las venas, entre difuntos, facturación e impertinencias varias, la cuarta entrega de esta saga, va del domingo.
Como el que no tiene que hacer, con el culo mata moscas, cuando uno se aburre, ¿qué es lo mejor que se puede hacer una mañana de domingo? Pues bajar a recepción, a ver qué se cuece. Bien. Reparto periódicos, paso cambios de menús a cocina, contesto el teléfono, me como un chocolate con churros (¡ejem!) y hago esgrima. Sí, habéis leído bien. Me da tiempo de hacer esgrima, y todo sin moverme de mi puesto de trabajo. ¿Cómo? Os preguntaréis. Como digo, los mayores se aburren con todo, menos dando quehacer. Últimamente se ha puesto de moda, hacer pequeñas "amenazas" con el único arma que tiene un abuelito: el bastón o en su defecto, una muleta. Como me da un poco de yuyu que a alguno le tiemble el pulso o no acierte en el mostrador y me de en la cabeza, me he hecho con un gayato (o gayata, para los más finos). Algunos le han cogido gusto a la acción de levantar el palito por encima de mi cabeza, así que cuando los oigo salir del ascensor (menudo oído tengo, que por los andares ya sé quién es), agarro el bastón y me pongo de pie, en una limpia posición de defensa, por lo que ellos se ven atacados, y ya tenemos el combate a gayato a limpio, hasta que las fuerzas les flaquean.
Por otro lado, siguen los comentarios estúpidos -esto es una mina-. Todo con la misma señora: "que me voy, ¿eh?" -vale, vaya con cuidado- "¿A qué hora tengo que volver?" -a la una y media- "¿seguro?" -y asiento con la cabeza asqueada. Esta es la primera parte-. Cuando vuelve al rato, "¿llego bien? Me hago pis: ¿aquí hay baño?" -no, en la primer planta- "¿a qué planta voy?" -a la cuarta- "uuuuuuhhh, ¿¡tan alto!?" -sí Dña. Zutanita- "pues me voy" -pues vale, que le vaya bien-. Viene el gracioso de turno: "parece que hace buena mañana. Bórrame de la lista" -¡Ja, ja y ja! Que me parto. ¿Pero qué lista? Igual se piensa que sigue en el colegio-. Hay una viejita muy graciosa que siempre va muy arreglada y pintada, que hace pocos días se tropezó y se dejó un ojo en una silla, el izquierdo para ser exactos, mal pensados. Resultado: un ojo morado. Esta mañana, no lo he podido resistir y he soltado yo la gracia: "hoy se ha pasado un poquito con el maquillaje, ¿eh?, qué, ¿ya encontró en la silla lo que buscaba?" -llamarme cruel, pero hay que darles candela-.
Lo mejor del día de hoy, ha sido la comida, que entre mala que estaba y la amena conversación que hemos llevado las cuatro pringadas de turno... Entre otras, estas joyas: granos que no son granos, sino hongos -me niego a reproducir la conversación ¡por favor, qué asquito!; "que el jamón serrano me lo como hasta con mierda" -creerlo, ¿eh? Como os lo cuento-...
Lo peor de todo esto es, que para una hora que dura la comida, no hablamos de otra cosa si no de trabajo. ¡Manda huevos!
En fin y ¡por fin! Me quedan escasos minutos para salir de aquí...
¡A pasar buena semana, deseperad@s!
No hay comentarios:
Publicar un comentario