Son las diez y media de la mañana.
Siento que se acercan. Vienen en manada hacia aquí.
Puedo oír sus pasos y percibir el olor a rancio de la vejuz
y el desaseo. Es un edor que me provoca naúseas.
Sí, son ellos inequívocamente.
No soporto el aroma que a cada instante se hace más intenso.
Están demasiado cerca.
Arman mucho jaleo. Se escucha el sonido unísono de garrotas.
Han llegado. Ya no tengo escapatoria...
***
Nos encontramos frente a frente, con sus ojos clavados en mi persona.
Intento pedir ayuda, pero las palabras no pueden fluír por mi boca.
Sólo me sale una sonrisa nerviosa y la naúsea con cara de asco que no consigo disimular.
***
Poco necesitan de mí y terminan rápido conmigo.
Salen a la caza de su próxima víctima.
Yo por unos instantes repiro tranquila...
hasta la próxima embestida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario