Como todos los días, el teléfono vuelve a sonar nada más activar la centralita. Es ella. La de todos los días. La que es capaz de llamar una cuarentena de veces en escasas dos horas. Esa individua de vida vacía que sólo quiere a alguien a quien mangonear y contarle sus vivencias.
No le importa si la persona que está al otro lado del auricular está trabajando, está enferma, tiene un sinfín de problemas... le da igual. Lo único importante en su vida es ella y nadie más. Ella y sus absurdos caprichos.
No le contesto el teléfono.
Aún así, he de reconocer que me cae simpática.
Me guste o no, te has convertido en parte de mi existencia, así que a tí, Mª Antonia, mujer impertinente y narcisista donde las haya.
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