Está claro que me ponga como me ponga, la musa no se puede quedar a mi lado. Es imposible. Para cuando se acerca a mí, aprovechando la intimidad que ofrece la soledad, el teléfono echa a sonar sin cesar o se acerca gente a contarme lo que no me importa, haciendo que huya rauda y veloz.
Aparece un nuevo momento de soledad, pero ella discretamente otea desde la distancia. Observa que aún se acerca gente, que no puedo estar centrada en su sabiduría, en su pasión por contar historias.
Se acerca y se va. Quiere que sepa que está ahi, que no me olvida, pero no se decide. En una de sus venidas, rápidamente me susurra al oído que quiere que sólo viva para ella, que trabaje para ella contando sus relatos.
Hasta que decida venir a mí, este es nuestro comienzo.
Aparece un nuevo momento de soledad, pero ella discretamente otea desde la distancia. Observa que aún se acerca gente, que no puedo estar centrada en su sabiduría, en su pasión por contar historias.
Se acerca y se va. Quiere que sepa que está ahi, que no me olvida, pero no se decide. En una de sus venidas, rápidamente me susurra al oído que quiere que sólo viva para ella, que trabaje para ella contando sus relatos.
Hasta que decida venir a mí, este es nuestro comienzo.

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