Así es como he apodado a un compañero. Según la definición de la RAE, significa fanfarrón. El mote le va al pelo. De todo sabe y de todo opina, pero como es de imaginar, no tiene ni idea de casi de nada. Oye campanas, pero muchas veces, no sabe por dónde suenan…
En fin. A este individuo le tengo simpatía y verdadero cariño, pero en el momento se emociona con el tema de conversación que se lleve en el grupo, ya no hay un alma que diga ni “¡ay!”. Sólo se oye de continuo su bravucona voz y “mecagoendiós” por doquier.
Este apodo le iría muy bien también a unos cuantos conocidos, independientemente de su sexo. Todos son médicos, ingenieros, abogados… o eso quisieran, ¿que no? ¡Con lo bien que se está calladico/a cuando no se sabe de qué va la película! Siempre lo he dicho: prefiero preguntar y quedar como tonta, que no parar de hablar siendo un necio.
Volviendo al individuo en cuestión, ahora le ha dado por jugar a la mierda de las maquinicas de los bares, pero según sus propias palabras "lo controla"… Esto reafirma mi teoría... Pero este es un tema que me desagrada, y no voy a continuar con él. Si tanto sabe, que se las avíe.
No se puede decir que sea un hombre de pocas palabras. Al revés. Es como los conejitos de las pilas Duracel: "...y duran y duran".
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