Estas últimas semanas han traído muchas sorpresas en la residencia, entre otras, reincoporaciones inesperadas, visitas de antiguos "inquilinos", familiares de fallecidos en tiempos mejores y ¡oh!
Cuando menos me lo esperaba, llamada sorpresa... ¡la anterior directora!
Me quedé cuadrada en el asiento, pero supe reaccionar a tiempo... la conversación fue traquila y por qué no decirlo, hipócrita, pero a la vez me surgían muchas sensaciones: alegría de oírle, añoranza de los tiempos pasados, rencor por las últimos encontronazos, incertidumbre por saber qué le ha llevado a llamar...
Analizándola, noté como si me hablara con cierta rivalidad. Siendo franca, de primeras me sentó hasta mal, pero por otro lado, tampoco me importó.
Según me contó, todo le va bien. El trabajo sigue adelante, sus hijas le han dado ya seis nietos, "la peque de la casa" está en tercero de carrera...
No la había visto ni oído desde que se marchó de la empresa hace ya 5 años. ´
No se lo digáis a nadie, pero aún a la malas -supo hacer mucho, mucho daño, pero en eso no voy a entrar-, fue buena directora.
Quiero creer que creyó en mí -me estoy emocionando al recordar momentos...- y eso, lo llevo muy guardado en el corazón.

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